El Terranova es una de las razas caninas más admiradas por su nobleza, fuerza y lealtad. Originario de la isla de Terranova en Canadá, este perro fue criado originalmente por pescadores para ayudar en tareas de rescate acuático y arrastre de redes pesadas. Su historia se remonta a los siglos XVII y XVIII, cuando su resistencia al frío, su capacidad de nado y su temperamento equilibrado lo convirtieron en un compañero insustituible para los marineros. A lo largo de los años, el Terranova se ha ganado un lugar destacado no solo por sus habilidades físicas, sino también por su corazón generoso y protector, siendo considerado un salvavidas natural.
Entre las mayores fortalezas del Terranova se encuentra su capacidad innata para nadar. Gracias a sus patas palmeadas y a su denso pelaje impermeable, es un nadador excepcional, apto incluso para tareas de salvamento en aguas abiertas. También se destaca por su temperamento sereno, paciente y amigable, lo que lo convierte en un perro ideal para familias con niños o personas mayores. Su fuerza física es impresionante, pero siempre está acompañada de una dulzura característica. Esta combinación de potencia y ternura lo posiciona como una de las razas más equilibradas y confiables en el mundo canino.
Aunque oficialmente la FCI reconoce una sola raza de Terranova, existen variedades en cuanto a coloración y ciertas líneas genéticas. Los colores permitidos por el estándar son negro, marrón y blanco con negro (también conocido como Landseer, en honor al pintor Edwin Landseer que los retrató con frecuencia). Todas estas variedades mantienen las mismas cualidades físicas y de temperamento, siendo consideradas parte del mismo estándar racial. Algunas líneas pueden presentar ligeras diferencias según la región o el enfoque de los criadores, pero siempre bajo las directrices oficiales de la Federación Cinológica Internacional.
Para que un ejemplar de Terranova sea aceptado oficialmente dentro del pedigrí, debe estar inscrito en una asociación canina reconocida por la FCI o sus afiliadas. El proceso comienza con el registro de la camada por parte del criador, quien debe aportar pruebas del linaje de ambos padres. Una vez inscrito, el cachorro recibe un número de registro. Si se desea participar en exposiciones o reproducción, se debe completar la confirmación morfológica por parte de un juez certificado, quien evaluará la conformidad del perro con el estándar oficial. Solo así se le otorgará la categoría de perro apto para cría o exposición.
En una competencia de belleza o estructura, el Terranova es evaluado según un estándar muy específico. El juez observará su tamaño, proporciones, musculatura, movimiento, tipo de pelaje, expresión facial, estructura ósea y comportamiento. Se valoran aspectos como la cabeza maciza, los ojos pequeños y oscuros, las orejas triangulares caídas, el pecho profundo y una línea dorsal recta. Además, se analiza su temperamento tranquilo, la elegancia en su andar y su capacidad de desplazamiento sin esfuerzo, lo cual indica buena salud estructural. El pelaje debe estar limpio, bien cuidado y presentar su textura natural.
El Terranova es un perro de gran tamaño, robusto y con una estructura poderosa. Los machos suelen pesar entre 60 y 70 kilos, mientras que las hembras oscilan entre 45 y 55 kilos. Su cuerpo es alargado, con una espalda recta y fuerte. Tiene un cráneo ancho, mandíbulas bien desarrolladas y cuello musculoso. Su pelaje es doble: una capa interna densa y suave que lo protege del frío, y una externa más larga, ligeramente ondulada. La cola es ancha en la base y se lleva baja, ayudando en el equilibrio y en la natación. Sus pies son grandes y palmeados, adaptados para moverse en el agua.
Como ocurre con muchas razas grandes, el Terranova puede ser propenso a ciertas condiciones de salud, especialmente si no se cuida adecuadamente. Entre las más comunes están la displasia de cadera y codo, enfermedades cardíacas como la estenosis subaórtica, y problemas de tiroides. También pueden presentarse torsiones gástricas, que requieren atención veterinaria urgente. Es fundamental realizar chequeos veterinarios periódicos y mantener una dieta balanceada que evite el sobrepeso. Una crianza responsable y exámenes genéticos en los padres pueden reducir significativamente el riesgo de heredar enfermedades.
Durante su etapa de cachorro, el Terranova requiere una socialización temprana y una nutrición adecuada para su rápido crecimiento. Es esencial no sobre ejercitarlo mientras sus huesos aún se desarrollan.
En la edad adulta, necesita ejercicio regular, preferiblemente natación o caminatas controladas, y un espacio amplio donde pueda moverse con libertad. Su pelaje debe cepillarse al menos tres veces por semana para evitar enredos y mantener la piel sana.
En la vejez, se vuelve más sedentario, por lo que se deben adaptar sus rutinas, controlar su peso y ofrecerle superficies blandas para descansar, además de chequeos de salud más frecuentes.
Antes de decidir adoptar o comprar un Terranova, es importante que los futuros dueños se informen sobre el compromiso que implica cuidar a un perro de este tamaño. Requiere espacio, tiempo para su cuidado y una buena dosis de afecto. No es un perro para vivir en apartamentos pequeños ni para personas con poca movilidad. Además, su alimentación, salud y mantenimiento de pelaje representan una inversión constante. Sin embargo, quienes se comprometen a brindarle lo necesario, obtendrán a cambio un compañero leal, afectuoso y excepcionalmente noble, que sin duda se ganará el corazón de toda la familia.