El Yorkshire Terrier, conocido cariñosamente como Yorkie, tiene sus raíces en Inglaterra durante la era industrial del siglo XIX. Esta raza fue creada inicialmente por trabajadores escoceses que migraron al condado de Yorkshire en busca de empleo. A partir del cruce entre el Terrier Escocés, el Waterside Terrier y otros terriers pequeños, surgió este elegante perro. Aunque su origen estaba vinculado a la caza de roedores en fábricas y minas, pronto se ganó un lugar en los hogares nobles gracias a su tamaño compacto y apariencia distinguida. Reconocido por la FCI como parte del grupo 3 de Terriers, el Yorkshire Terrier es ahora un símbolo de elegancia y compañía.
El Yorkshire Terrier es una raza que combina belleza y valentía en un pequeño tamaño. Destaca por su carácter alerta y enérgico, lo que lo convierte en un excelente guardián que siempre está atento a su entorno. Su inteligencia sobresaliente facilita su entrenamiento, aunque su personalidad fuerte requiere paciencia y consistencia. Además, su pelaje sedoso y brillante, similar al cabello humano, no produce grandes cantidades de caspa, siendo ideal para personas con alergias. Los Yorkies también son increíblemente leales y cariñosos, formando vínculos profundos con sus dueños.
Aunque la raza Yorkshire Terrier es única, en exposiciones y crianzas se pueden identificar ciertas diferencias sutiles en el tamaño y estructura. El estándar de la FCI reconoce un peso máximo de 3,2 kg, por lo que cualquier variación en tamaño mayor puede ser motivo de descalificación. Algunos ejemplares criados como “Yorkies miniatura” suelen ser más pequeños, pero este tamaño no está reconocido oficialmente y puede estar asociado con problemas de salud. También existen diferencias en el color del pelaje, que debe ser un azul acero oscuro en el lomo y un dorado brillante en la cabeza, pecho y extremidades.
Registrar a un Yorkshire Terrier en el pedigree es un proceso fundamental para preservar los estándares de la raza. Primero, el cachorro debe provenir de padres registrados en una federación canófila reconocida por la FCI. Es necesario presentar la documentación del criador, incluidos los certificados de los padres y una inscripción inicial del cachorro. Además, se debe realizar una revisión veterinaria que confirme el cumplimiento del estándar físico. Posteriormente, se emite el pedigree, un documento que garantiza el linaje y permite la participación en competencias y exposiciones.
Un Yorkshire Terrier de exposición debe cumplir con estándares estrictos establecidos por la FCI. Entre las características más evaluadas están el peso, el color y la calidad del pelaje, que debe ser sedoso, brillante y caer recto. La estructura debe ser compacta, con extremidades bien proporcionadas y una cabeza expresiva con orejas erectas en forma de “V”. El temperamento también es evaluado, buscando un perro seguro, alerta y enérgico. Cualquier desvío en el color, tamaño o comportamiento puede ser motivo de descalificación.
La estructura del Yorkshire Terrier debe ser pequeña pero bien proporcionada. Posee un cuerpo compacto, con una espalda recta y un pecho moderadamente profundo. Las patas son rectas y fuertes, mientras que la cola se lleva ligeramente más alta que la línea del lomo. Su cabeza es pequeña y plana, con ojos oscuros que transmiten inteligencia y vivacidad. La textura y longitud del pelaje son elementos distintivos, cayendo de manera uniforme por ambos lados del cuerpo.
Los Yorkshire Terriers, aunque generalmente saludables, son propensos a ciertas enfermedades. Entre ellas destacan la luxación de rótula, problemas dentales como acumulación de sarro, y colapso traqueal, una afección respiratoria frecuente en razas pequeñas. También pueden padecer hipoglucemia, especialmente en cachorros jóvenes, y displasia de retina. Es crucial mantener visitas regulares al veterinario para prevenir y tratar estas condiciones a tiempo.
Durante su etapa de cachorro, el Yorkshire Terrier necesita una dieta balanceada rica en nutrientes y sesiones de socialización para desarrollar un temperamento equilibrado. En la adultez, el cuidado del pelaje es fundamental; se recomienda cepillarlo a diario y recortar las puntas regularmente para evitar enredos. En la vejez, los Yorkies pueden desarrollar artritis o problemas de visión, por lo que es importante ofrecerles una cama cómoda y ajustar su dieta para mantener un peso adecuado.
Antes de adquirir un Yorkshire Terrier, es esencial investigar sobre la raza y elegir un criador responsable que cumpla con los estándares éticos. Evaluar el tiempo y recursos necesarios para su cuidado también es clave, ya que los Yorkies requieren atención constante, ejercicio moderado y una dieta de calidad. Además, considerar el temperamento y las necesidades de socialización del perro ayudará a garantizar que la convivencia sea placentera tanto para la familia como para el ejemplar.